domingo, 24 de agosto de 2008

JORGE LUIS BORGES Y ALBERTO OLMEDO

EL BARDO Y EL BUFO CUMPLEN AÑOS














El porteño Borges -nacido Jorge Luis en el último año del siglo XIX- y el rosarino Alberto Olmedo –nato en 1933- levantarían hoy, 24 de agosto, su copa de champagne; y seguramente nunca se conocieron.

Borges, por obra y persona, es asiduamente recordado y homenajeado.

Olmedo, en un antológico sketch con Javier "Álvarez" Portales, asumió un seudónimo quizá casual ("Yo voy a ser Borges” , dijo con una desfachatez que el propio Jorge Luis nunca hubiese utilizado).

Seguro que Borges jamás tomó la leche con Piluso; tal vez, o no, Olmedo haya vislumbrado el aleph, ese punto del cosmos que todo lo sintetiza, mientras -pájaro libre al fin- emprendía su último vuelo.

Hoy, ambos, el escritor y el cómico, comparten el mismo casillero del almanaque.

Quien esto firma no puede dejar de sumarse al recordatorio con íntimo orgullo, especie de inexplicable talismán: también festeja hoy su propio cumpleaños.

EL HUMOR DEL BARDO

Jorge Luis Borges, pese a lo que su obra pueda sugerir, era un tipo muy afecto al humor.

Admirador de Buster Keaton pero no de Chaplin (“horriblemente egoísta y sentimental”, lo juzgó), prefería el humor británico al francés (que “suele ser verbal”) o al español (que “procede de azares fonéticos”), porque emana “de la intuición de una verdad, de una sabiduría”. Precisamente, de ese humor británico, acostumbraba citar a dos irlandeses, Oscar Wilde y George Bernard Shaw.

Cierta vez le preguntaron “¿Usted tiene mucho sentido del humor?” ; respondió: “Y, me parece que no está mal. La realidad es tan rara que si uno no la toma con humor no queda otro camino que el suicidio. Aunque también el suicidio puede ser una forma de humor; de humor negro, en todo caso.”

También puede verse su talante en esta interpelación:
Pregunta: ¿Usted es inteligente?
Borges: Si me dan algunos años para pensar, soy inteligente. Si me hacen preguntas como las suyas, inmediatas, soy más bien estúpido.

Uno de sus más cercanos colaboradores; Carlos Alifano, publicó hace unos años un libro titulado, precisamente, El humor de Borges, donde se refieren distintas anécdotas del escritor, aquí algunas:

Sale Borges del Departamento de Policía después de un trámite. Ya en la calle, a pocos pasos, nos enfrentamos con un hombre joven y atlético, vestido con ropa deportiva y un bolso en la mano.
-Soy el sargento Fulano de Tal -se presentó. ¿El señor es Jorge Luis Borges?
-Bueno, creo que sí, señor -respondió Borges.
-Maestro –dijo el sargento con voz firme-, yo lo sigo en todos los reportajes que le hacen en la televisión y en las revistas. No lo he leído, pero debo confesarle que siento gran admiración por usted y quisiera besarlo.
Borges, sorprendido, asintió con la cabeza y el sargento lo besó tiernamente en la mejilla. Cuando el otro había partido, Borges, que aún permanecía inmóvil tomado de mi brazo, me dio un golpecito con el codo y comentó:
-¡Caramba, un mazorquero cariñoso!

Borges es acosado por unas señoras en el momento mismo en que cruzamos la calle.
-¿Usted es Borges, verdad? -pregunta una de ellas.
-Sí -responde el escritor-. Pero si seguimos aquí corro el riego de dejar de serlo en cualquier momento.

En un hotel de la ciudad de Rosario, Borges abre la canilla para lavarse las manos. Hay aire en las cañerías y el escaso chorro sale produciendo el típico ronquido.
Le pregunto:
-¿Qué pasa, no sale agua?
Borges se da vuelta y responde:
-Sí, pero con escrúpulos.

Borges había publicado en el diario La Nación su poema “El remordimiento”. Caminábamos por calle Florida y de pronto una mujer lo detiene para confesarle:
-Señor Borges, gracias a usted yo sigo viviendo. Leí ese poema suyo que dice: “He cometido el peor de los pecados/ que un hombre puede cometer. No he sido/ feliz”. Eso me salvo.
-Bueno –responde Borges asombrado-, jamás imaginé que un poema mío pudiera tener facultades terapéuticas.

Un grupo de jóvenes estudiantes de filosofía, interesados en la Cábala, lo visita a Borges una tarde. Hablan de la leyenda del Golem, de Judá León, y luego se detienen en Shopenhauer, en Kant y en Pico della Mirandola. Uno de los jóvenes, asombrado ante los conocimientos de Borges, exclama:
-¡Qué maravilla, maestro, cuánto que sabe usted de filosofía!
-No crea -responde Borges-. Sobre filosofía sé solamente lo que han sabido los hombres durante todas las épocas: nada, absolutamente nada.

Me cuenta Borges una mañana algo que le había ocurrido la noche anterior mientras se trasladaba a casa de una amiga:
-Bueno, la fama me ha sorprendido otra vez. Tomé un taxi y cuando iba a descender, el chofer no me quiso cobrar el viaje.
De ninguna manera puedo aceptar que usted me pague, señor. Es un honor haberlo tenido como pasajero. ¿Quién no conoce a Tato Borges?
(Nota: Tato Bores fue –es- un muy conocido cómico argentino)

Más


El HUMOR DEL BUFO

Alberto Olmedo es, con perdón de Pepe Biondi, el máximo humorista que ha dado la televisión argentina. Creció en ese medio, allí se descubrió como actor, primero para el público infantil, entre quien ganó un justo lugar como el Capitán Piluso; luego para el público mayor, con una galería de personajes inolvidables, desde Rucucu al Manosanta.

Tal vez los críticos vean en él un humor zafio, muchas veces de bastante menor categoría que sus propias dotes histriónicas, y quizá allí radique su genialidad, la de haber hecho buenos libretos apenas pasables, mérito de un talento que hace escuela no sólo en actuales y futuros cómicos, sino en el humor popular, en el de la calle.

Aún hoy, dos décadas después de su trágica muerte, en el habla popular, en la vida cotidiana, se siguen reproduciendo sus muletillas y poses, en una especie de olmedismo que se niega a dar su último vuelo.

Un paseíto por algunos de sus muñecos:

Rucucu (no tiene sonido óptimo, pero es un buen testimonio)

Borges y Álvarez

Rogelio Roldán

El Manosanta



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martes, 12 de agosto de 2008

WOODY ALLEN Y LA PISTOLA DE JABÓN

Woody Allen escribió, actuó y dirigió su primera película en 1969, Take the money and run (Toma el dinero y corre; ó Robó, huyó y lo pescaron). Narrada como si fuera un documental -recurso que brillantemente volvería a utilizar en otra genialidad, Zelig (1983)-, la historia está centrada en la vida de un inepto delicuente, Virgill Starkwell.

De las muchas que hay en el film, una de las escenas más célebres es esta:

En El País del pasado domingo 2 de agosto, en un artículo títulado El rey de las fugas, se habla de Rafael Bueno Latorre, un delincuente español que está en la lista de los más buscados de su país desde hace 24 años, cuando se escapó de la cárcel de alta seguridad de Alcalá-Meco (Madrid), “un fortín de hormigón del que teóricamente era imposible evadirse”.

El sistema utilizado por él y dos cómplices para dejar esa prisión fue vestirse con las ropas de varios guardias y salir camuflados con ellas al aire libre. Claro que para que los funcionarios accedieran a tan oportuna donación, fueron convenientemente persuadidos con dos pistolas, o al menos eso aparentaban los sendos trozos de jabón moldeados y pintados con tinta china que portaban los fugados.

Los compañeros de huida de Bueno Latorre, uno de los cuales había sido pastelero de profesión, ya habían probado un año antes ese irrefutable método, cuando de la cárcel de Carabanchel se fugaron empuñando dos pistolas de yeso pintadas de negro, una de las piezas que, dice el articulista de El País, “mereció en su día el honor de figurar en las vitrinas del Museo Penitenciario” español.

No cuesta mucho ligar ambos episodios con el gag del comienzo.

Ni tampoco con este.

Congruente con todo esto es el caso de un verdadero especialista en fugarse de las cárceles, el francés Michel Vaujour.

El tipo se hizo famoso en 1986, cuando fue recogido desde los techos de la prisión parisina de La Santé por un helicóptero pilotado por su esposa. Vajour había ganado los tejados de la cárcel despues de amedrentar a los guardias con una falsa pistola y una granada, en rigor, un durazno o melocotón pintado.

Por lo que parece, al hombre no lo detenía ningún tipo de cadenas.

Vajour –hoy en libertad, dedicado a escribir guiones de cine, y éxito de ventas por su autobiografía, Ma plus belle évasion (Mi más bella evasión) –, más tarde volvió a ser detenido y volvió a intentar fugarse en un helicóptero pilotado por una mujer, esta vez una estudiante de derecho que había conocido por correspondencia. Aquella vez había sido apresado durante un asalto a un banco.

¿Algo así?

El tiempo ha pasado desde el estreno de aquel film de Woody, pero parece que su influencia sigue sin decaer. A principios de 2006, en la ciudad estadounidense de Omaha, un joven delincuente llamado Raymond Thomas repitió el mismo rito: moldeó una pistola en jabón y la pintó con tinta de bolígrafo. Capturado al poco tiempo, la policía le requisó aquel sucedáneo de arma de fuego, y lo exhibió a la prensa.

Por lo que puede apreciarse, aparenta estar lejos de intimidar. No debe haber pensado lo mismo el guardia que sintió el artilugio en su cabeza y no dudó en abrir la jaula al pájaro.

Hablando de animales, incluso, tal vez, hubiera servido para robar una veterinaria.

En la actualidad, ya se sabe, muchas veces internet hace más fácil la vida.

Y si se duda, ahí están estos dos objetos.

Es posible imaginar algún espacio de publicidad televisiva dedicado a reclusos con ansias de emancipación inmediata. Así, mientras en la banda sonora se alternan Libre, por Nino Bravo, y Free as a bird (Libre como un pájaro), por The Beatles, una voz en off presenta así estos jabones:

“¡Olvídese de dejar su celda hecha un enchastre de sebosas virutas! Ahora no hace falta ser un habilidoso artesano. ¡Llame ya!, y obtenga su réplica hecha en jabón de primera calidad ¡Impermeable 100 x 100!”.

Como esta última cualidad sería difícil de conseguir en una pastilla limpiadora, tiene sentido la escena final de Take the money and run, con Virgill Starkwell y una pregunta clave.


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martes, 5 de agosto de 2008

CHISTES DESDE EL TUNEL DEL TIEMPO

...Y ¿EL MÁS GRACIOSO DEL MUNDO?

La pasada medianoche del sábado 2 de agosto se celebró en Londres el Jack Dee Live at the Apollo (Jack Dee, En Vivo, en la sala Apollo), un programa de televisión que se emite por la cadena Dave, “el hogar de las bromas ingeniosas”. Este show es de stand-up comedy, es decir de monologuistas de humor.

En esa ocasión, para darle mayor realce, fue presentado un estudio encargado hace dos meses a expertos universitarios ¿El foco de esta investigación? Buscar los registros más antiguos del humor. O sea, simplemente, los chistes más viejos del mundo.

Un equipo de la londinense Universidad de Wolverhampton, después de buscar y rebuscar, encontró una decena de antiguos escritos, cuya intencionalidad puede asimilarse a provocar la risa.

Una premisa básica fue definir al chiste como una estructura clara con un claro remate, definición que permitió a los investigadores estirarse hasta 1900 años antes de nuestra era.

Aquí la lista, por orden histórico de aparición:

1. Algo que nunca ha ocurrido desde
tiempos inmemoriales: una joven
mujer tirándose un pedo sobre las
rodillas de su esposo.
(1900 a 1600 a.C. – Proverbio Sumerio)

2. ¿Cómo se entretiene a un faraón aburrido? Se hace navegar sobre el Nilo una barca cargada de mujeres jóvenes vestidas sólo con redes de pesca, y se le pide al faraón que vaya a atrapar un pescado.
(1600 a.C. – Papiro de Westcar, Egipto)

3. Tres pastores de bueyes de Adab estaban sedientos: uno era el dueño de un buey; el otro de una vaca, y el otro del carromato. El dueño del buey se negó a ir a buscar agua porque temía que su buey fuese comido por un león; el dueño de la vaca se negó porque él pensaba que su vaca podía perderse en el desierto; el dueño del carromato se negó porque temía que la carga que llevaba fuese robada. Entonces decidieron ir los tres. En su ausencia el buey hizo el amor con la vaca que parió un ternero que se comió la carga del carromato. Problema: ¿A quién pertenece el ternero?
(1200 a.C.)

4. Una mujer ciega de un ojo estuvo casada con un hombre durante 20 años. Cuando el hombre encontró otra mujer, le dijo a su esposa: “Puedo divorciarme de ti porque me dijiste que eras ciega de un ojo”. Y ella replicó: “¿Y lo has descubierto después de 20 años de casados?
(Circa 1100 a.C. – Egipto)

5. Ulises le dice al Cíclope que su nombre real es Nadie. Cuando Ulises instruye a sus hombres para atacar al Cíclope, el Cíclope grita: “¡Ayuda, Nadie me está atacando!” Nadie fue en su ayuda.
(800 a.C. – La Odisea, Homero)

6. Pregunta: ¿Qué animal camina sobre cuatro patas en la mañana, dos al mediodía, y tres al atardecer? Respuesta: El hombre. Va a cuatro patas cuando es un bebé, sobre dos cuando es un adulto, y usa un bastón cuando es anciano.
(429 a.C. - Edipo Tirano, Sófocles)


7. El hombre es más deseoso de copular que un asno; lo refrena su cartera.
(304 – 30 a.C., Dinastía Ptolemaico, Egipto)




8. Augusto estaba recorriendo su Imperio cuando se encontró entre la multitud a un hombre que se le parecía mucho. Intrigado, le preguntó: “¿Ha estado tu madre sirviendo alguna vez en el Palacio?” “No, su Alteza –replicó el hombre-, pero mi padre sí”.
(Atribuido al Emperador Augusto – 63 a.C./14 d.C.)

9. Deseando enseñarle a su burro a no comer, un pedante no le ofrecía ningún alimento. Cuando el burro murió de hambre, el pedante dijo: “He tenido una gran pérdida. Justo cuando había aprendido a no comer, se murió”.
(Siglos IV y V d.C. – Philogelos, Amante de la Risa, el más antiguo compendio de chistes)

10. Cuando el barbero real le preguntó cómo deseaba su corte de pelo, el rey contestó: "En silencio".
(Siglos IV y V d.C. – Philogelos)


Posiblemente, lo más destacable de estos chistes resida en su relevancia antropológica. También reconocer, que, como una creación cultural, y aunque pueda haber temas universales, un chiste es hijo de su tiempo, y de quienes se ríen con él.

Varias cosas sobresalen de esta decena. Respecto al primer chiste, es evidente su carácter escatológico. Ese interés por asuntos más o menos relacionadas con partes íntimas no parece haber decaído con el paso del tiempo. Ahí están desde los clásicos chistes de Jaimito hasta el cine de los hermanos Farrelly y este ejemplo de There’s something about Mary.

Según Paul Mc Donald, profesor de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Wolverhampton, quien firma el trabajo y es un escritor especializado en temas humorísticos y escritura creativa, el estudio "muestra que los chistes han variado a lo largo de los años, algunos toman el formato de pregunta y respuesta, mientras que otros son proverbios ingeniosos, juegos de palabras o acertijos".

"Puede verse, también, que los chistes modernos tienen orígenes que pueden remontarse a las primeras bromas identificadas en esta investigación", dice Mc Donald.

Podemos agregar que, evidentemente, las alusiones a temas sexuales tampoco son ajenas en los chistes mencionados, e incluso en el tercero, el de los pastores de bueyes, se utiliza el recurso de la regla del tres, algo muy habitual en la presentación de chistes, gags, o escenas cómicas.

Británicos, los expertos de Wolverhampton también han encontrado el chiste más antiguo de su tierra, que se remonta al siglo X. Está en el Códice de Exeter y dice:

¿Qué cuelga del muslo de un hombre y quiere meterse en un agujero en el que a menudo se introduce? Respuesta: Una llave.

En tren de agregar más información a esta noticia, podemos citar un chiste en castellano –tal vez haya alguno más antiguo- que tiene al ingenioso poeta Francisco de Quevedo como protagonista.

Se dice que Quevedo aceptó una apuesta. El desafío tenía como eje la renguera de la reina Mariana de Austria, segunda esposa de Felipe IV e hija de Fernando III de Alemania. El poeta se comprometió a referirle a la reina su minusvalía sin que ella lo tomara como una ofensa.

Así, se presentó ante la soberana con una flor en cada mano y la siguiente frase:

Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad, escoja”.

El truco usado por Quevedo es una figura retórica llamada calambur, que consiste en cambiar el significado de una palabra o de una frase al agrupar sus sílabas de distinta forma, lo que permitiría dejar el final de la frase así:

su majestad es coja”.

Por último, ya que estamos, Richard Wiseman, psicólogo y profesor de la University College de Londres viene investigando desde hace años una serie de temas que podrían definirse con el título de su último libro Rarología, la curiosa ciencia de la vida cotidiana.

Tiempo atrás, y sugerido por uno de los sketches más famosos de los Monty Phyton, Wiserman se abocó a investigar cuál era el chiste más gracioso del mundo. Para ello, abrió una web, llamada el Laboratorio de la Risa, y propuso que los internautas enviaran el que consideraran el chiste más gracioso y a su vez votaran los que se iban proponiendo.

Al final del proyecto, un año después, se habían recibido 40.000 chistes, 350.000 personas habían votado desde 70 países, y finalmente un 55% había elegido al chiste ganador:

Dos cazadores están en el bosque cuando uno de los dos se desmaya; parece no respirar y sus ojos están vidriosos. Su compañero llama por el teléfono móvil a emergencias. Cuando le atienden, con la voz ahogada, el cazador dice:
-Mi amigo está muerto ¿Qué puedo hacer?
-Cálmese –le responde el operador-.Voy a ayudarlo. Primero, asegúrese de que su amigo está muerto.
Hay un silencio, y luego se escucha un disparo. Otra vez al teléfono, el cazador dice:
-Okey, ¿y ahora qué?

Más allá de las opiniones posibles, gran final con los Monty Python y, sí, el chiste más gracioso del mundo.

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