domingo, 6 de abril de 2008

THE PARTY, LA FIESTA INOLVIDABLE,
EL GUATEQUE

Aquellas risas psicodélicas

Trailer

De entre las películas consideradas clásicos del humor, The Party, o La fiesta inolvidable –como se la tituló en latinoamérica-, o El guateque –en España- (1968, Blake Edwards), posiblemente sea una de las que mejor refleja una época determinada. No cuesta mucho asociar con la estimulante década del sesenta su despiporre general y el alocado happening final, entre hectolitros de espuma, música a go-go, minifaldas, y hasta un elefante con graffitis hippies.

La historia es simple: un extra de cine, indio (de India) e hindú, después de desquiciar una filmación y arruinar una toma única, es pasado por error de la lista de despedidos a la de invitados a una fiesta en la mansión del dueño de los estudios. Allí, Hrundri V. Bakshi (Peter Sellers), entre una curiosidad indomable y una especial impericia para dominar los elementos que le rodean, termina, por, también, desquiciar esa reunión a la que, sin quererlo, acaba por transformar en una verdadera fiesta, más para los espectadores que para los atribulados dueños de casa.

Precisamente, un 4 de abril de hace 40 años fue estrenada mundialmente. Para muchos, está entre las películas más divertidas de la historia, aunque, según puede verse en algunos foros, no faltan las que la juzgan aburrida, e incluso los que la condenan por racista, sobre todo quienes la ven como un menoscabo de los indios (de India).

La cuestión es que puede haber también otra mirada. Por ejemplo, que la serie de sketchs y gags visuales que encadena la cinta, muchos homenajes al cine mudo (en especial a Jacques Tati) y la mayoría producto de improvisaciones (el guión original apenas contaba con cerca de sesenta páginas, cuando lo común es que sea del doble), concluye por mostrar a un sapo de otro pozo como es Bakshi comandando lo que sucede, y encima quedándose con la chica más linda (Claudine Longet, quien canta Nothing to Lose, de Henry Mancini, responsable de la también imperdible banda sonora), ella misma una outsider en ese ámbito.

Sketch del zapato

Algo de ese trastocamiento tienen las escenas del descontrol final, con la mucama bailando con los integrantes del ballet ruso y el camarero borrachoSteve Franken, una de las figuras de la cinta, sin duda- encontrando su media naranja con vodka. Ese mismo esquema es el que, por ejemplo, lo muestra a Chaplin en cualquier situación en la que el personaje que detenta la máscara del payaso tonto termina por imponerse, o, si se piensa en Los Tres Chiflados, el corto Hoi Polloi (1935, Del Lord), en la que dos científicos intentan en vano convertirlos en caballeros de sociedad.

Algunos han querido ver en The Party una lectura sobre cómo son rotas las convenciones y los esquemas conservadores en manos de alguien esencialmente bueno e inocente, como el personaje de Bakshi. También debe leerse esta explicación en el contexto de los ’60, en donde la contestación a las normas sociales era eso, una norma.

De hecho, el mencionado elefante de la escena final, un bebé elefante en realidad -que tenía a su disposición un empleado fijo para limpiar los excrementos que azarosamente desperdigaba en el set de filmación-, tiene pintadas como Turn on, tune in, drop in (Conéctate, sintonízate, ábrete), acuñada por el gurú del LSD, Timothy Leary.

En una época en que el cine ha evolucionado en gran medida hacia un humor escatológico o autoparódico, vale la pena volver a echar un vistazo a esta refrescante fiesta.

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